lunes, 30 de enero de 2017

Non Serviam




La Literatura y el Non serviam.
                                                        c.b.

En cierto modo puede entenderse que la Literatura está conformada por todo el patrimonio de historias, sucesos, aconteceres, fantasías, testimonios, relatos, palabras en definitiva, a través de las cuales, configuradas como poemas, dramas, narraciones o historias, los hombres y mujeres, a lo largo de los tiempos han dejado memoria oral o escrita de sus miedos y deseos, de sus esperanzas y fracasos, de sus derrotas y logros, empeños y olvidos, mitos y angustias. La literatura entendida como el lugar donde habita la palabra memorable, la que merece permanecer, devenir herencia, promesa y aviso. En la literatura así considerada, como repertorio de temas y motivos, puede encontrarse lo mejor y lo peor, lo más noble y lo más abyecto de eso que hemos convenido en llamar la condición humana y que muchas veces la literatura muestra en negativo: como la condición inhumana. La literatura como árbol que hunde sus raíces en el deseo profundo de ser memoria y recuento saltando más allá del tiempo o el espacio concreto donde el texto o relato tuvo su nacimiento. La literatura como instrumento técnico capaz de sortear la fugacidad de una vida, de esquivar los condicionamientos de lo biológico para, apropiándose del don sagrado de la omnipresencia, revelarse como una especie de inmortalidad al alcance de esa especie limitada que al cabo constituimos. Árbol en cuyo tronco se asientan las palabras que fueron, son y serán, y del que arrancan ramas múltiples y hojas, brotes, flores y frutos, amargos unos, gratos otros. Árbol de la sabiduría, del bien y del mal, donde buena parte de la humanidad busca, acogida a su sombra, cobijo, consejo o consuelo frente a la aventura de ese aventurarse inevitable que es el vivir, y el morir. La literatura, también, como cielo estrellado donde brillan, “titilan a lo lejos”, en medio de la noche oscura, astros, planetas, lunas, cometas, satélites artificiales, asteroides y estrellas fugaces. Un espacio abigarrado que desde el principio de los tiempos, es decir, desde el principio de la memoria, hombres y mujeres tratan de ordenar a fin de orientarse en medio de ese aparente caos de voces, –la literatura- a las que pedimos respuestas o preguntas cuando deseamos encontrar el sentido a una existencia que nadie ha demandado y de la que seremos arrojados sin que se nos haya solicitado permiso alguno. La literatura como mapa de la noche: sistemas solares, galaxias, constelaciones, y como brújula semántica que señala la significación de las palabras. Hablamos de la novela como una de esas grandes galaxias que topografiamos delimitando en ella constelaciones diversas: la novela histórica, la novela de aprendizaje, la novela de adulterio, la novela de aventuras, la novela de misterio y terror. Una ordenación acaso más arbitraria que ingeniosa pero que igual que el planisferio nocturno sirve al navegante en su viaje nos permite orientarnos en la urdimbre de textos que la literatura ha venido tejiéndo desde que la palabra cobró vocación de memoria.
Huelgas, revueltas y revoluciones son tres palabras que comparten un mismo campo semántico, una misma evocación compartida, un mundo común sin duda definido por la resistencia frente a la opresión tiránica o a la injusticia sentida como tal, ya esté ese sentimiento asentado en causas objetivas ya sea un sentimiento subjetivo y por tanto enjuiciable y polémico. Resistencia colectiva e individual frente a un poder que se vive como injusto, frente a una situación que socialmente se vuelve intolerable. Resistirse, non serviam, a lo que nos oprime parece, en principio al menos, un movimiento connatural, biológico, fundado en la necesidad animal de moverse libremente y sin ataduras ajenas dentro del habitat donde nuestros cuerpos han de buscar nutrientes imprescindibles para su supervivencia y reproducción y donde nuestras facultades son terreno propicio para la dignidad y la autoestima. El gesto de resistencia de quien busca soltura, libertad, autonomía. En el caso del animal humano que somos,”zoom politikon” en términos aristotélicos, habitantes de un espacio social, - uno entre los otros, otro para los unos,- el gesto será siempre un gesto social, individual y colectivo al unísono.
En los tres conceptos que dan nombre a este libro lo colectivo es el rasgo pertinente y básico si bien lo individual no deja de ocupar un lugar sobresaliente. Por huelga, entienden los diccionarios la “Interrupción colectiva del trabajo con el fin de imponer ciertas condiciones o manifestar una protesta; por revuelta "Alboroto, alteración, alzamiento colectivo y violento contra la autoridad,”, y por revolución “Cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación.”. Si ya cada uno de estos términos por separado deja entrever la materia a la que apunta este libro, es dable señalar que su aparición conjunta en el sintagma que da título al libro avisa sobradamente que se trata de proponer una constelación de textos que den cuenta , del modo más coherente y representativo posible, de la expresión literaria que la tradición emancipadora social ha ido trazando a lo largo de la Historia y de la Historia de la Literatura, dos secuencias temporales cuya cronología no siempre se superpone. De ahí que para la narración de un hecho acaecido en el siglo I antes de Cristo, la rebelión de Spartacus por ejemplo, se ofrezca un texto narrativo escrito en el XX, mientras que en otros caso la cronología del hecho y del texto sea casi simultánea porque el episodio histórico y la creación del texto literario correspondiente, la muerte de Emiliano Zapata, coinciden en el tiempo. Desde la voluntad de incorporar al conjunto de textos un panorama histórico del movimiento emancipador, se ha optado para su presentación por un ordenamiento cronológico que atiende al trazo de la historia y no al momento en que tiene lugar su expresión literaria. Se abre así con la narración de un suceso “anterior a todo tiempo”, la Rebelión de Lucifer, para cerrarse con una revuelta radicalmente contemporánea: los movimientos antiglobalización. La elección de este orden responde a la intención con que hemos tratado de vertebrar este volumen entendiéndolo como una unidad de sentido y no como un mero muestrario o recopilación de textos que dieran cuenta simplemente de una materia común como tantas otras. Para poder trasmitir la impresión deseada de que el camino de la emancipación de hombres y mujeres frente a toda traba o poder que impida su realización: la construcción de un espacio social donde nadie se apropie para su beneficio personal del destino de nadie, es un camino en marcha, con sus inevitables y tortuosos tramos de avance, retroceso y parada, tal disposición de los textos seleccionados nos ha parecido imprescíndible.
Justificar los criterios de selección de los textos que se proponen requiere más detenimiento aun cuando bien podrían resumirse en dos principales: calidad literaria y capacidad de significación. Por desgracia, o suerte, la calidad literaria no es una condición fácil de determinar y la historia de la literatura es una prueba evidente de ello; valga como ejemplo el desprecio literario de todo el siglo XIX hacia la obra de Góngora o el descrédito que el neoclasicismo del siglo XIX expresó hacia el teatro de Shakespeare. Estamos por tanto ante un concepto relativamente inestable y aunque no nos parezca que tenga su fundamento en la mera subjetividad individual, su posible objetividad descansa en un cierto grado de acuerdo o convenio que cada tiempo o época o cultura realiza a modo de canon dominante. Ni siquiera el propio concepto de que sea o no sea un texto literario está libre de condicionantes temporales. En cualquier caso hemos tratado de adoptar en la tarea de selección una actitud respetuosa con lo que llamaré las estimaciones literarias dominantes si bien, las necesidades de atender al otro criterio autoimpuesto, la capacidad de significación, han podido dar origen a la presencia acaso inesperada de textos cuya calidad o incluso cualidad literaria podría ser puesta en cuestión desde ámbitos literarios distintos. Me refiero, por ejemplo, a la oportunidad de reproducir dentro de un libro con clara vocación literaria como es éste, los noventa y cinco puntos de las tesis de Lutero o la declaración de derechos a que dio lugar la independencia de las colonias norteamericanas. He de retomar la idea ya expresada con anterioridad acerca de la literatura como “palabra memorable” para hacer ver que textos semejantes reúnen a mí entender cualidades que van más allá de su posible consideración como mero documento o testimonio histórico.
La capacidad de significación, en tanto criterio, enlaza por un lado con la representatividad del material literario elegido y por otro, con su adecuación o
conveniencia compositiva respecto al sentido que hemos tratado de otorgar al conjunto. En lo que a esto atañe la fábrica o armazón del libro, aún sin olvidar el norte literario que lo encaminaba, partió de un esquema, en principio, más histórico que literario. Se decidió en primer lugar la secuencia de acontecimientos, - huelgas, revueltas, revoluciones,- con que construir “la representación” de ese camino en marcha citado, es decir, los acontecimientos necesarios para que el libro contase, a nuestro juicio, lo que queríamos que contase, prefiriendo siempre, dentro de lo posible, la elección de aquellos que, por ser de mayor conocimiento general o de mayor proximidad a nuestro entorno cultural, más fácilmente vehiculasen la conveniente representatividad. Y así, si bien se quiso que la rebelión contra los dioses estuviese presente en la apertura, se eligió la rebelión de Satanás antes que la historia de Prometeo y los Titanes que los textos clásicos nos ofrecen o las revueltas contra Odín presentes en las sagas germanas o el enfrentamiento entre dioses que encontramos en el Mahabharata y, con la misma orientación, se prefirió el texto sobre la revuelta irmandiña, cercana a nuestras circunstancias geohistóricas , frente a una posible crónica sobre algún episodio de las jacqueries francesas.
Seleccionados los tramos del camino, la inclinación por uno u otro texto determinado responde por tanto a la necesidad de conjugar adecuadamente los dos criterios señalados. Aún así, la selección, en muchos casos y sobremanera en aquellos relacionados con episodios o momentos históricos, la Revolución Francesa, el movimiento obrero, la Revolución Soviética, las luchas antifranquistas, que han generado una abundante y espléndida literatura, la difícil decisión final se hizo atendiendo a otros criterios convenientes aunque no prioritarios: sostener o despertar el interés de los posibles lectores, abarcar distintos géneros o estilos literarios, procurar su diversidad temporal, introducir un ritmo ágil y atractivo, conjugar lo conocido con lo infrecuente, y, con especial acento y cuidado, equilibrar desde la pluralidad los inevitables perfiles ideológicos. No se trataba de buscar ninguna imposible imparcialidad sino de evitar ópticas uniformes o cómplices, a fin proponer miradas literarias complementarias que revelaran ángulos y acercamientos que al entusiasta, al sectario, al enemigo o al simpatizante se le escapan consciente o inconscientemente. Contar un camino no es, no debería ser al menos, listarse a cantar o concelebrar el camino; en primer lugar porque el camino es tortuoso, complejo y falible, y, en segundo, porque las veredas de la Historia ni son de dirección única ni están predeterminadas ni profetizadas. Entiendo que la presencia de una voz disconforme como la del Padre Guevara hablando de los Comuneros de Castilla o la de Sofía Casanova narrando con distanciamiento singular la Revolución bolchevique ilustran de modo suficiente el talante con que, sin renunciar a nuestro objetivo, hemos tratado de plasmar esta propuesta literaria sobre la emancipación, el inconformismo social y la lucha contra la injusticia. Un eje de afán y esfuerzo que atraviesa la historia de la Humanidad.
En considerable proporción los textos escogidos forman parte de lo que se ha venido llamando la literatura revolucionaria y que identificamos como aquel conjunto de textos que al calor del surgimiento del movimiento obrero ha venido acompañando al desenvolvimiento de las ideologías socialistas desde mediados del siglo XIX. Ha sido nuestro propósito sin embargo, enraizar esta estela literaria de rebeldía, protesta o motín en un paisaje temporal mucho más amplio acudiendo a los muchos y claros precedentes que en las literaturas anteriores al siglo XIX se encuentran. El fracasado “golpe de Estado” de Lucifer, la “guerra de liberación“ que Moisés lleva a cabo contra un Faraón cuyo empecinamiento le obligará a recurrir al derramamiento de sangre inocente, la “utopía” de esa ciudad sin amos ni esclavos con que Spartacus sueña o el amotinamiento y “lucha armada” de los campesinos gallegos contra los abusos de los señoríos feudales, son episodios que incorpora con acertada fuerza expresiva esa larga tradición literaria que, más denostada que aplaudida, representa una dirección ética y estética viva y permanente y que ha dado lugar a obras literarias de tan alto relieve como La madre de Gorki, Talón de hierro o Marín Edén, de Jack London, La mina de Armando López Salinas, Central eléctrica de Jesús López Pacheco, Vámonos con el cañón para Bachimba de Rafael F. Muñoz, Los de debajo de Mariano Azuela o La consagración de la primavera de Alejo Carpentier, y que sin embargo y a despecho de su alta calidad literaria, y por razones que luego abordaremos ni aparecen formando parte del canon de la Literatura Universal, ni encuentran hoy por parte de la crítica o del mundo académico la hospitalidad necesaria para ser leídas con la atención y difusión que sin duda podrían alcanzar si el reconocimiento de su valor literario se realizase en condiciones ya que no favorables al menos no radicalmente hostiles. En un contexto social y cultural en el que predomina un confortable escepticismo activo contra cualquier ideología que se niegue a aceptar como razonable que el derecho al trabajo dependa de la voluntad empresarial de los que detentan la propiedad de los medios de producción, o que la mitad de la población infantil mundial padezca grave desnutrición, al tiempo que las basuras producidas por tan sólo uno de los llamados países desarrollados contiene valores nutrientes que solventarían esa carencia, una literatura que se niega a aceptar estos hechos como “naturales” o inevitables parece estar condenada a sobrevivir en los márgenes de un sistema literario que la soporta, cuando la soporta, como una antigualla estética. Rechazo que da cuenta en buena medida de su escaso conocimiento por parte de los lectores actuales y de la dificultad que supone en muchos casos encontrar ediciones disponibles de la mayoría de esas obras y autores que conformaron y conforman la tradición de esta literatura de lucha, combate y protesta, situación que convierte a este libro, más allá de nuestros aciertos o errores a la hora de la selección de textos concretos, en una ocasión casi única para recuperar un horizonte literario de extraordinario interés que pocas, muy pocas veces asoma por el paisaje editorial.
Es ésta una literatura de difícil caracterización formal y que si por su temática resulta reconocible y agrupable, por la variedad de géneros que encierra – poemas, narraciones, novelas, dramas- y por la diversidad de tendencias – realismo, crónica, alegoría, romances- con que se expresa, impide hablar en sentido estricto de ella como de un género o subgénero con sólida especifidad . No obstante entiendo que desde el punto de vista compositivo, dentro de ese corpus que la literatura de revuelta y revolución compone, se pueden detectar ciertos rasgos comunes si no constantes al menos significativos por su frecuencia.
Michael Waltez, al estudiar la producción literaria fecundada por las ideas de libertad, solidaridad y creencia en las posibilidades de alcanzar colectivamente una vida más justa, vio en el relato bíblico del Éxodo una estructura narrativa que puede aplicarse a todo relato revolucionario. Tres serían para él los elementos o topos pertinentes:
1. El lugar donde se vive (Egipto).
2. Existe un país mejor (la Tierra Prometida).
  1. Para llegar a ella hay que pasar por el sacrificio del desierto.
Pauta compositiva que creo podríamos trasladar a un esquema todavía más transparente o general:
  1. Situación de injusticia.
  2. Propuesta de una alternativa.
  3. Acción heroica para lograr el paso de otra situación.
Partiendo de esta secuencia estructural la literatura revolucionaria se configuraría temáticamente alrededor de tres momentos: el de la protesta o denuncia; el de la utopía o el ideal y el de la acción o enfrentamiento. Ahora bien, si tenemos en cuenta que, como señala Manuel Rodríguez Rivero, la característica estructural propia de “la literatura de aventuras” es la presencia en el entramado argumental de un obstáculo que los protagonistas deben salvar a fin de alcanzar una situación deseada, no debería sorprendernos el constatar que desde el punto de vista formal la literatura revolucionaria se presenta como una especie de pariente “rojo”de esa literatura de aventuras cuyo objetivo básico, el entretenimiento, es radicalmente opuesto al suyo: la toma de conciencia. Con todo, cabe también deducir de este parentesco, acaso no deseado, las razones que explican el por qué del raro destino al que se ve sometido esta literatura de denuncia y revuelta a la que, desde las instancias académicas hegemónicas, se viene descalificando una y otra vez en razón a una pretendida incompatibilidad entre la calidad literaria y la ideología política que en ella se respirara. Incompatibilidad entre lo político y la calidad literaria que, visto lo visto, sólo mostraría sus devastadores efectos negativos sobre “lo literario” cuando lo político se corresponde a una visión del mundo en el que está presente la necesidad o conveniencia de transformar o revolucionar, por injustas u opresivas, las reglas del juego económico y social que el capitalismo, como ideología dominante, defiende y presenta como únicas, adecuadas y posibles. Desde tal astigmatismo analítico, la literatura de protesta y revolución no dejaría de ser el pariente “feo y deforme”. Aventuras “contaminadas”, ingenuas cuando no monstruosas, manchadas de buenas intenciones, que hablan de cambiar este mundo que, podrá tener sus defectos o defectillos, claro, pero que es el único mundo posible; nada que ver por supuesto con la aventura sana, natural y limpia que nos cuenta como unos caballeretes de ánimo mercantil se lanzan avariciosos a la búsqueda de unas riquezas que no les pertenecen, reúnen capital para comprar un barco y pagar una tripulación y que, cuando esta tripulación de piratas se les amotina porque quieren conseguir lo mismo que ellos quieren, el tesoro, no dudan en recurrir a esa violencia que en los piratas condenan pero que la ideología mercantilista para su caso legitima.
La ideología dominante es como la señal más insistente y efectiva que emite un teléfono: el silencio; un silencio que propaga su mensaje – nadie llama- pero del que no se es consciente salvo que se viva en estado de necesidad: el enamorado o enamorada que angustiados esperan la llamada del amado o de la amada. Y en efecto esta literatura políticamente correcta “no suena”. Mientras que la otra, la “estridente”,los dueños del canon sólo toleran y admiten con renuencia y a cuentagotas: Los miserables de Victor Hugo, El don apacible de Sholojov, Imán de Ramón Sender, El guardián de Harold Pinter, Canto general de Neruda, Madre Coraje de Bertold Brecht, su existencia a modo de mal menor mientras insisten en levantar aduanas literarias que poco posibilitan el conocimiento y el desarrollo de cualquier imaginación literaria que pretenda insistir en la aventura, la gran aventura, de cambiar el mundo.
Por otro lado y en comparación a lo que sucede con la “no contaminada” literatura de aventuras, donde el protagonismo descansa con especial fuerza sobre un héroe individual, en la literatura de revuelta o revolución el protagonismo recae sobre un elemento o constructo narrativo de carácter dual donde lo individual y lo colectivo tienden a complementarse dialécticamente de manera semejante a como sucede en la épica tradicional, dando lugar a que las fronteras entre el héroe y lo colectivo que representa y encarna resulten casi imposibles de desgajar. Como consecuencia, y según el grado de fusión de esta pareja protagonista sea mayor o menor, el texto correspondiente adquirirá un perfil más o menos cercano a la épica, si la relación es equilibrada, a la novela, si pesa más el héroe individual o, a la crónica, en caso de que lo colectivo desempeñe el papel hegemónico.
El juego de posibilidades que se abren a partir de esta variedad de posibles tonos y perfiles determinará la personalidad literaria concreta de cada texto aun cuando la materia argumental les otorgue un inconfundible aire de familia. Aceptando el hecho de que toda obra literaria aporta su correspondiente “sonido ideológico” hemos tratado a la hora de hacer nuestra selección de que toda esa amplia gama de acercamientos literarios al tema, uno y trino, que el libro propone, estuviera representado, de manera suficiente y en lo posible, a lo largo de sus páginas a fin de que los lectores disfruten con los diferentes y particulares “sonidos literarios” que cada uno de ellos transporta confiando que en conjunto, como las notas en un pentagrama, creasen un todo armónico, grato y coherente.
Con cada texto hemos querido proporcionar al lector una tonalidad diferente, desde la posible exaltación hasta la emoción intelectual reflexiva, desde el tono alto de la voz poética de John Milton hasta el desgarro popular de un corrido mexicano, desde la carta íntima del condenado Juan de Padilla hasta la proclama imperativa de Franz Fanon, dejando que fuera finalmente la sensibilidad literaria de los lectores la que interpretase el sentido y valor de esta travesía literaria que, no en vano y como bien decía Don Antonio Machado: “Caminante no hay camino. Se hace camino al andar”. Es evidente que en esta antología hay una ausencia escandalosa: la Revolución Cubana. Quisimos contar con un texto de Cabrea Infante anterior a su disidencia, no fue posible y lo lamentamos. No siempre “las intendencias editoriales” permiten que se cumplan las intenciones del antólogo. A veces un hueco “dice” más que mil palabras. En cualquier caso el objetivo de nuestra tareaha querido ser el de aportar hitos, guijarros y señales de un camino. Pues todo libro es brújula, mapa y viaje. Salud y feliz singladura.
Prologo a Huelgas, Revueltas, Revoluciones. 451 Ediciones, Madrid, 2006

2 comentarios:

  1. En la distribuidora no lo tienen, pero lo he encontrado aquí:

    http://www.todostuslibros.com/libros/libro-de-huelgas-revueltas-y-revoluciones_978-84-96822-64-1

    Pero también tengo la posibilidad de pedir este:

    http://www.azetadistribuciones.es/html/lib/index.php#/html/lib/buscar/detalle.php?fr_codArticulo=7040720022&fr_pagSel=1&fr_posicion=1

    No sé cuál pediré... Un dilema.

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  2. Observo que el segundo enlace no enlaza. Se trata de: EL REVOLUCIONARIO QUE NO SABIA DEMASIADO.

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